GREGORIO DE
              LA FUENTE (1910 - 1999) 
              SELLO Nº 1080 
              
            La herencia florentina llega a
              Gregorio De la Fuente a través de su maestro Laureano Guevara,
              profesor de “Pintura Mural” 
              aprendida en Dinamarca, De la Fuente siguió sus pasos asumiendo
              la cátedra entre 1953 y 1971. Invitado por su maestro, junto
              a Camilo Mori integra como retratista el co equipo de David Alfaro
              Siqueiros, mientras pintaba el mural de la Escuela México
              en Chillán, entre los años 1941 y 1942. Esa oportunidad
              de participar como pintor de murales, marcó profundamente
              a De la Fuente. 
            En 1942 gana el concurso para
              pintar el mural en la Estación de Ferrocarriles de Concepción. 
            Cuando las vías ferroviarias
              revisten la mayor importancia, la estación es la puerta
              de entrada a la ciudad. Con la estación se accede a su misma
              historia concretada en los murales de Gregorio De la Fuente. Será uno
              de lo primeros murales puntados y emplazados en lugar público.
              Doscientos cincuenta y ocho metros cuadrados al fresco, un friso
              continuo, dispuestos en un segundo nivel, a modo de cinta que contornea
              traslados del recinto. El cuarto paralelo al muro, está 
              vidriado. 
            El discurso plástico se
              lee de izquierda a derecha. La secuencia de imágenes enlaza
              sucesos, desarrolla motivos que aparecen inmersos en un progresivo
              transcurso temporal, cuenta historias, nos enfrenta a la historia
              de Concepción, ciudad que registra dos momentos fundacionales,
              el primero el 5 de Octubre de 1550, en lo que hoy es Penco ( de
              ahí 
              el gentilicio penquista de sus habitantes ) y el segundo el 24
              de Noviembre de 1764, en la actual ubicación entre los ríos
              Andalién y Bío Bío. Nos remonta a los orígenes,
              nos cuenta la vida aborigen de la Araucanía; nos recuerda
              la llegada del conquistador, la fusión de las razas; rendirá cuentas
              el mestizaje; el espíritu guerrero en el hombre, las labores
              de crianza y cultura en la mujer. 
            El primer panel, el de la izquierda,
              tiene estos motivos; indio inmerso en un mundo protegido de habitantes
              cazadores y domésticos. 
            El muro principal, en su extensión
              mayor desarrolla vicisitudes y turbulencias de conflictos mayores
              a lucha de la conquista y la potencia destructiva de las fuerzas
              telúricas que alterna con las necesidades consecuentes al
              asentamiento, el cultivo de las tierras la construcción
              de la ciudad. 
            El terremoto y el huracán
              irrumpen como torbellino. Las escenas de destrucción y muerte
              se disuelven en la paz y aparente estatismo de la figura mayor,
              erguida frente al lento fluir de las aguas, la fusión del
              río con el cielo, la apacible silueta de las colinas a distancia. 
            Esta figura humana es un símbolo
              mayor y una presencia de altas significaciones apoyada su diestra
              en el escudo de la ciudad, indicando con su mano izquierda valores,
              motivos y actividades. 
            Un hombre y una mujer campesinos,
              un caballo ensillado con montura chilena. Hay valores distintivos
              que son símbolos, como el campanil universitario, la Diosa
              Ceres de la Fuente de la Plaza de la Independencia, donde se juró la
              Independencia chilena el 1º de enero de 1818. Locomotoras
              a vapor, escenas de vendimia. 
            La figura central está 
              flanqueada, a la izquierda, por escenas del pasado lejano y reciente;
                a la derecha orientada al presente activo. 
            El panel de la derecha ofrece
              la presentación del horizonte venturoso de paz y progreso.
              A la siniestra la familia del hombre se agrupa en constelación
              piramidal desnuda y sentada en el suelo de la madre; vertical y
              vestido, el hombre; enlazados los dos en ronda feliz con una criatura
              danzante. A la derecha un grupo de obreros en atuendo de trabajo,
              estudian y meditan rodeados de formas y estructuras. 
            El espectador circunstancial se
              sentirá atraído por los grandes motivos simbólicos
              dominantes; la gran figura de la mujer, con el escudo al frente;
              el indio con el arco en ristre a la izquierda; quizás lo
              atraerá el reloj irradiante, convertido en sol, a la derecha.
              Luego en una necesidad de síntesis, se irán desplegando
              las escenas complementarias, dispuestos el ojo,, la mente a recorrer
              el pasado y el presente de esta policromática historia pencopolitana. 
            En la década del 80, el
              propio Gregorio De la Fuente, se hizo cargo de los trabajos de
              restauración, para que el mural luciera en su esplendor
              original. 
            Extracto del comentario de Eduardo
              Meisser Grebe. 
            Tan singular y extraordinario
              obra pictórica e histórica, acompañan en esta
              emisión el gran hito de los 450 años de la ciudad
              de Concepción, sin duda protagonista absoluta de la evolución
              histórica de nuestro país. 
            Correos de Chile se suma a esta
              celebración representada en estos sellos el pasado presente
              y futuro de esta gran ciudad.  |